Vaietzé

Parashat Vaietzé

פָּרָשַׁת וַיֵּצֵא

Bereshit 28:10- 32:3                                                    

SINOPSIS:
Parashat Vaietzé contiene cuatro sidrot . El primero trata del sueño de Jacob, su encuentro con Raquel y el engaño de Labán para que se case con Lea; el segundo, la rivalidad entre Lea y Raquel, y los hijos de Jacob con Lea, Bilha y Zilpa; el tercero, Raquel da a luz a José y Jacob ajusta cuentas con Labán; y el cuarto, Jacob parte hacia casa, la búsqueda de Labán y el encuentro en el monte de Galaad, el pacto.

Primer Sidra՚ (Gén. 28:10-29:30): el sueño de Jacob, su encuentro con Raquel y el engaño de Labán para que se case con Lea.

La parashá comienza con Jacob partiendo hacia Haran desde Beer-Sheba. Al final del primer día de su viaje, hacia el atardecer, Jacob acampa para pasar la noche. Durante la noche tiene un sueño. En este sueño, Jacob ve una escalera, cuya base está firmemente plantada en el suelo y su cima asciende al cielo, con ángeles de Dios subiendo y bajando por ella. Sobre la escalera está YHWH, quien le dice a Jacob: «Yo soy YHWH, el Dios de Abraham, tu padre, y el Dios de Isaac; la tierra en la que estás acostado te la daré a ti y a tu descendencia» (Génesis 28:13). YHWH le promete a Jacob que tendrá muchos descendientes que llenarán la tierra y que Él lo cuidará dondequiera que vaya, además de que lo traerá de regreso a casa sano y salvo. Temprano por la mañana, antes de que Jacob reanude su viaje, toma la piedra que había usado como almohada durante la noche y la erige como pilar. Derrama aceite sobre el pilar y llama al lugar Bet-El [ בֵּית – casa, אֵל – Dios]. Jacob jura que si Dios está con él, proporcionándole pan para comer y ropa para vestir, y le permite regresar a la casa de su padre en paz, entonces el pilar que erigió se convertirá en la casa de Dios y dará la décima parte de sus posesiones a YHWH. Jacob continúa su viaje. Cuando llega a Haran, llega a un pozo en un campo con una piedra cubriendo su abertura (¿quizás el mismo pozo donde el sirviente de Abraham conoció a Rebeca?), y junto al pozo hay rebaños de ovejas esperando ser abrevadas. Jacob saluda a los pastores que están allí y les pregunta de dónde son. Le dicen que son de Haran. Jacob entonces les pregunta si conocen a Labán [ לָבָן – blanco], el hijo de Nacor, y pregunta por él. Responden que sí y que está bien. Jacob conversa con los pastores y les pregunta por qué no abrevan a sus rebaños viendo que es tarde en el día. Los pastores responden que no pueden abrevar a sus rebaños hasta que todos estén reunidos en el pozo, ya que se necesita la fuerza conjunta de todos los pastores para quitar la piedra que cubre el pozo; y presumiblemente para volver a colocarla. Mientras Jacob habla con los pastores, Raquel [[רָחֵל – oveja] La hija de Labán se acerca con su rebaño. Cuando el rebaño de Raquel está cerca del pozo, Jacob, sin ayuda de nadie, quita la piedra de la boca del pozo y procede a abrevar el rebaño de Labán, el hermano de su madre. Jacob probablemente estaba tratando de impresionar a Raquel, ya que lo siguiente que hizo fue besarla y llorar; esto fue amor a primera vista. Jacob se presenta y Raquel corre a contárselo a su padre. Tan pronto como Raquel le cuenta a Labán sobre Jacob, corre a saludarlo, lo abraza, lo besa y lo lleva a casa. Recuerde de la parashá Jaiei Sara que Labán es muy hospitalario aunque sus motivos son bastante cuestionables. Jacob se queda con Labán durante un mes y se gana la vida cuidando el rebaño de Labán. Labán decide que a Jacob se le debe pagar por su trabajo, después de todo, él es familia, y le pide a Jacob que declare su salario. Labán tiene dos hijas: Lea, la mayor, a quien la Torá describe como de ojos delicados o débiles (es decir, con mala vista); y Raquel, la menor, a quien ya conocemos. La Torá la ilustra como una persona hermosa en apariencia y figura. Al mencionar los atributos de Lea y Raquel, la Torá probablemente nos llama la atención sobre una rivalidad fraternal ya existente, que ahora se acentúa por el hecho de que Jacob está locamente enamorado de Raquel. Jacob le responde a Labán que está dispuesto a servirlo durante siete años si puede casarse con Raquel; Labán acepta. La Torá afirma sobre estos siete años: «Pero fueron a sus ojos como pocos días, a causa de su amor por ella». (Gén. 29:20). En otras palabras, los años parecieron pasar rápido para Jacob porque su mente estaba enfocada en la meta: casarse con el amor de su vida, y no en lo que estaba soportando. Al final de los siete años, Jacob le pide a Labán que le dé a Raquel por esposa. Labán hace un impresionante banquete de bodas invitando a todos los ciudadanos del pueblo. Ahora, Labán va a engañar a Jacob cambiando a Raquel por Lea, tal como Jacob engañó al ciego Isaac haciéndole creer que Jacob era Esaú. Por la mañana, Jacob se despierta y he aquí que es Lea a su lado y no su amada Raquel. Jacob confronta a Labán por su engaño. Labán se justifica diciendo que en su país nunca se casan con la menor antes que con la mayor. Labán le dice a Jacob que cumpla la semana del banquete de bodas para Lea y que con gusto le dará a Raquel como novia a cambio de otros siete años de trabajo de Jacob. Labán se ha resuelto un problema y ha engañado dos veces a Jacob al mismo tiempo. De las dos hermanas, casar a Raquel no iba a ser un problema, pero para Lea, en cambio, no iba a ser tan fácil. Labán no solo había casado a Lea con un esposo respetable, sino que además recibiría catorce años de trabajo de su yerno. Al final de la semana de fiesta de Lea, Jacob se casó con Raquel y sirvió a Labán otros siete años. Labán dio dos de sus siervas a sus hijas como siervas: a Zilpa a Lea y a Raquel a Bilha. Se nos dice al final del sidra que Jacob amaba a Raquel más que a Lea.

Segundo Sidra՚ (Gén. 29:31-30:21): La rivalidad entre Lea y Raquel, y los hijos de Jacob de Lea, Bilha y Zilpa

El versículo inicial del sidra՚ encapsula la situación entre Jacob, Lea y Raquel: «Y cuando YHWH vio que Lea era odiada, le dio hijos; pero Raquel era estéril» (Gén. 29:31). Lea da a luz un niño y lo llama Rubén [ רְאוּבֵן – ver un hijo] porque YHWH ha visto [ רָאָה ] su aflicción, y espera que Jacob ahora la ame. Lea da a luz a un segundo hijo y lo llama Simeón [ שִׁמְעוֹן – escuchar] porque YHWH ha escuchado [ שָׁמַע ] que ella es odiada. Lea le da a Jacob un tercer hijo y lo llama Leví [ לֵוִי ] – unido a mí] con la esperanza de que a partir de este punto su esposo se unirá [ יִלָּוֶה ] a ella. Lea da a luz a un cuarto hijo y lo llama Judá [ יְהוּדָה – dar gracias] diciendo ahora puedo agradecer [ אוֹדֶה ] a YHWH. Mientras tanto, Raquel es infértil y se pone celosa de la fertilidad de Lea, se vuelve hacia Jacob angustiada, «Ven ahora (dame) hijos, y si no, moriré» (Génesis 30:1). Jacob se enoja mucho con Raquel y le responde:«¿Acaso estoy yo en lugar de Dios, que te ha negado el fruto de tu vientre?» (Gén. 30:2). Raquel le da a Jacob a su sierva Bilha para que pueda tener hijos en nombre de Raquel a través de ella: » Aquí está mi sierva Bilha, que se une a mí y dará a luz sobre mis rodillas, y yo también tendré hijos a través de ella» (Gén. 30:3). Bilha le da un hijo a Jacob y Raquel lo llama Dan [ דָּן – juez] porque Dios la había juzgado [ דָּן ] y le había dado un hijo. Bilha da a luz un segundo hijo y Raquel lo llama Neftalí [ נַפְתָּלִי – mi lucha/lucha] porque ella había luchado/luchado [ נִפְתַּל ] con su hermana y ahora ha prevalecido. Ahora, Lea vio que había dejado de tener hijos, así que le dio a Zilpa a Jacob, para que ella también pudiera tener hijos a través de su sierva. Zilpa da a luz un hijo y Lea lo llama Gad [ גָּד – fortuna] porque la fortuna [ גָּד ] había llegado. Zilpa tiene un segundo hijo y Lea lo llama Aser [ אָשֵׁר – feliz] porque ahora ella es feliz [ אשֶׁר ]. Algunos años después, durante la época de la cosecha de trigo, Rubén trae a su madre Lea algunas mandrágoras mediterráneas (un conocido sedante, narcótico y afrodisíaco) del campo. Raquel le pregunta a Lea si podría tener algunas de las mandrágoras mediterráneas, Lea replica: «¿ Es poco asunto que me quites a mi esposo, y ahora te llevarás, también las mandrágoras de mi hijo?» (Génesis 30:15). Lea está extremadamente amargada, pues sabe que Jacob no tenía intención de casarse con ella, sino que fue engañado por su padre. Es a Raquel a quien Jacob ama de verdad. Raquel propone un trato: si Lea le da las mandrágoras, podrá acostarse con Jacob esa noche a cambio. Lea acepta y queda embarazada, dando a luz un hijo, al que llama Isacar [ יִשָּׂשכָר – hay alquiler], pues « Dios me ha dado mi salario [ שָׂכָר ], ya que di mi sierva a mi marido» (Génesis 30:18). Lea concibe de nuevo y da a luz a otro hijo, al que llama Zabulón [ זְבֻלוּן – exaltación], pues ahora su marido la exaltará [ זָבַל ]. Lea da a luz a una hija y la llama Dina [ דִּינָה – forma femenina de דִּין – juicio].

Tercer Sidra՚ (Génesis 30:22-31:2): Raquel da a luz a José, y Jacob ajusta cuentas con Labán.

El tercer idra՚ comienza con Dios recordando a Raquel y escuchando sus súplicas. Raquel concibe y da a luz un niño al que llama José [ יוֹסֵף – Él añadirá otro] . «Dios ha quitado [ אָסַף] mi oprobio. Y lo llamó José, diciendo: «Que YHWH me añada [ יֹסֵף ] otro hijo» (Génesis 30:23-24). Poco después del nacimiento de José, Jacob le pidió a Labán: «Déjame en libertad y me iré a mi lugar y a mi tierra». Dame a mis esposas y a mis hijos por quienes te he servido, y yo iré porque tú sabes, mi servicio que te he servido» (Génesis 30:25-26). Labán está de acuerdo y le dice a Jacob que nombre su salario y él se lo pagará. Jacob, sin embargo, sabe que no se puede confiar en su suegro e intentará estafarlo de cualquier manera que pueda. Jacob le recuerda a Labán que le ha servido bien cuidando su ganado, que ha aumentado considerablemente bajo el cuidado de Jacob, y que YHWH ha bendecido a Labán a causa de Jacob. Jacob entonces le dice a Labán que no le aceptará salario, pero esto es lo que hará: «Hoy pasaré por todo tu rebaño quitando de allí a cada uno del rebaño moteado y manchado y a cada uno del rebaño que es moreno entre las ovejas, y al manchado y al moteado entre las cabras; será mi salario» (Génesis 30:32). Además, si, al partir Jacob, Labán encuentra algún rebaño en su posesión que no sea moteado, manchado o moreno, se le considerará como si Jacob lo hubiera robado. Labán accede. Sin embargo, el deshonesto Labán separa todas las ovejas y cabras moteadas, manchadas y morenas, machos y hembras, y las entrega a sus hijos. Luego establece un viaje de tres días entre sus hijos y el resto del rebaño que Jacob cuida. Así como Rebeca tenía un plan para asegurarse de que Jacob recibiera la bendición de Isaac, Jacob, a su vez, tiene un plan para recibir el salario que Labán le debía. Jacob sabía que el rebaño siempre se aparea en el abrevadero, así que tomó varas de álamo, almendro y plátano húmedos y despegó secciones de la corteza para exponer la madera blanca que había debajo. Jacob luego colocó las varas en posición vertical en el canal del abrevadero, de modo que El rebaño estaría frente a ellos cuando bebieran y se aparearan en el abrevadero. Cada vez que el rebaño se acercaba al abrevadero, Jacob se aseguraba de que fueran los miembros más robustos, moteados, manchados y morenos, los que se aparearan. Mediante este proceso, Jacob pudo asegurarse un rebaño numeroso y robusto de cabras y ovejas moteadas, manchadas y morenas. Se le informa a Jacob que los hijos de Labán le tienen celos, afirmando que les ha quitado todas las propiedades a su padre. Jacob también vio en el rostro de Labán que ya no le tenía afecto.

Cuarto Sidra (Génesis 31:3-32:3): Jacob parte hacia casa, la búsqueda de Labán y el encuentro en el monte de Galaad, el pacto.
En el versículo inicial del sidra YHWH le dice a Jacob que regrese a casa, a la tierra de sus padres. Jacob llama a Raquel y a Lea y les recuerda cómo ha servido fielmente a Labán, su padre, quien lo ha engañado en numerosas ocasiones. Jacob les explica a Raquel y a Lea cómo ha recibido su retribución de Labán. Y que la idea le fue revelada en un sueño por el Ángel de Dios, quien también le dijo que regresara a su tierra natal. Raquel y Lea responden: «¿Acaso tenemos aún parte y herencia en la casa de nuestro padre? ¿No nos considera como extranjeros, pues nos ha vendido y ha devorado también nuestro dinero? Porque todas las riquezas que Dios le ha arrebatado a nuestro padre son para nosotros y para nuestros hijos; y ahora, cumple todo lo que Dios te ha dicho» (Génesis 31:14-16). Así que, mientras Labán estaba esquilando su rebaño, Jacob, junto con sus esposas, hijos, ganado y todos los bienes que había adquirido durante su estancia con Labán, partió hacia la tierra de Canaán. Sin que nadie más lo supiera, Raquel robó los terafines de Labán [El Tárgum pseudo-Jonatán, una traducción aramea de la Torá, describe los terafines : «Porque habían matado a un hombre, un primogénito, y le habían cortado la cabeza; la salaron con sal y bálsamos, escribieron conjuros en una placa de oro, la pusieron bajo su lengua y la colocaron en la pared, y les habló; y ante esto se inclinó su padre» [1] (Targum pseudo-Jonatán: Génesis 31:19)]. Tres días después de la huida de Jacob, Labán fue informado de su huida, por lo que reunió a sus hermanos y emprendió su persecución. Labán alcanza a Jacob siete días después en el monte de Galaad, en lo que hoy es el Reino de Jordania. La noche antes de que Labán se encontrara con Jacob, Dios se le apareció en sueños y le advirtió: «Cuídate, no sea que hables con Jacob para bien o para mal» (Génesis 31:24). Sin embargo, cuando Labán habló con Jacob, se quejó de su partida en secreto, llevándose a sus hijas como prisioneras de la espada, sin siquiera permitirle despedirse de sus nietos e hijas con un beso. Labán le dijo a Jacob que si le hubiera dicho que quería irse a casa, lo habría despedido con alegría, cánticos y música. Labán le informó a Jacob que tenía el poder de hacerle daño, pero Dios le había prohibido hacerlo. Jacob respondió que temía que Labán le arrebatara a sus hijas por la fuerza. Labán entonces le preguntó a Jacob por qué había robado sus dioses. Jacob, sin saber que Raquel había robado los terafines de su padre , declara: «Con quienquiera que encuentres tus dioses, no vivirá» (Génesis 31:32). Labán procede entonces a registrar todas las tiendas de la compañía de Jacob. Cuando entra en la tienda de Raquel, Raquel está sentada sobre la silla de un camello en la que había escondido los terafines de Labán. Raquel le dice a Labán que no puede presentarse ante él, pues es su período menstrual. Por supuesto, Labán no encuentra sus ídolos. Jacob se enfurece con Labán y finalmente desahoga veinte años de ira contenida con su suegro. Jacob exige saber qué ha hecho mal y cómo se atreve a tratarlo así, sobre todo después de haber servido fielmente a Labán durante los últimos veinte años. Jacob replica que, mientras estuvo al servicio de Labán, ningún rebaño suyo nació muerto ni tomó nada para alimentarse, y que si robaba o moría a manos de las fieras, él mismo cargaba con la pérdida. Jacob le recuerda a Labán que apacentó su rebaño en condiciones severas, y que sirvió catorce años por sus esposas y seis años por su ganado; si Dios no hubiera estado con Jacob, Labán lo habría despedido sin nada. Labán responde que todo lo que Jacob tiene, incluyendo sus esposas e hijos, es en realidad de Labán, ¡pero eso ya no importa! Labán sugiere que debería haber un pacto entre ellos. Jacob toma una piedra y la erige como pilar, y les dice a sus hermanos que reúnan piedras y las amontonen. Jacob llama al lugar Galed [ גַּלְעֵד ; גַּל – montón; עֵד – testigo]. Labán declara que este montón será un testigo entre él y Jacob. Los términos del pacto fueron: Jacob no afligirá a las hijas de Labán, no tomará otras mujeres por esposas, y ninguno de ellos debe cruzar de un lado del montón al otro con la intención de causar daño a la otra parte. Tanto Jacob como Labán hacen un juramento y Jacob ofrece un sacrificio para sellar su pacto. Jacob y sus hermanos pasan la noche festejando con el sacrificio. Por la mañana, Labán besa a sus hijas y nietos y los bendice antes de regresar a casa. Jacob continúa su camino y es recibido por ángeles de Dios; Tras ver a los ángeles de Dios, Jacob exclama: «Este es un campamento de Dios» (Gén. 32:3), por lo que llama al lugar Mahanaim [ מַחֲנָיִם – campamento doble].

PENSAMIENTOS DEL AUTOR:


¡Guau! Esta parashá Tiene todo lo necesario para un gran drama: un hermano que huye del intento asesino de su hermano, visiones de Dios, amor a primera vista, engaño e intriga, un triángulo amoroso y mucho más. Comienza con la huida del hogar y termina con la huida al hogar; inicia con la visión de Jacob por ángeles de Dios y concluye con el encuentro de Jacob con ellos, como sujeta libros que enmarcan estos años de formación de su vida. Jacob supera con dignidad todo lo que Labán le lanza; porque sabe que YHWH está con él y, por lo tanto, prevalecerá al final. Desde el principio, Jacob se mostró compasivo y apasionado. Se vio atrapado entre la rivalidad entre hermanas, teniendo que equilibrar el respeto por los sentimientos y la dignidad de la esposa con la que no tenía intención de casarse y el amor de su vida, por cuya esposa había trabajado durante siete años. Esta parashá es un viaje de veinte años que abarca desde la juventud insegura hasta la madurez autoconsciente. En la terminología moderna, la parashá Wayyeṣe՚ es una historia de madurez; una en la que el héroe prevalece no solo contra los demás, sino también contra sí mismo. ¿Cuál fue el arma secreta que permitió a Jacob lograr una victoria tan asombrosa? Pues bien, ¡confió en YHWH y contó con Su protección! Sin embargo, la protección de YHWH resguardó a Jacob del daño y la confianza de Jacob en YHWH le dio esperanza para el futuro, pero tampoco lo fue la cualidad interior que le permitió a Jacob conquistarse a sí mismo. Uno puede tener la protección y la confianza de YHWH en Él sin conquistarse jamás a sí mismo. La cualidad que se nutrió en Jacob durante esos veinte años, la cualidad que le permitió madurar hasta convertirse en un hombre autoempoderado, fue la paciencia. Durante sus años con Labán, Jacob necesitó desarrollar cantidades fenomenales de paciencia y, por lo tanto, autocontrol, lo que a su vez le permitió crecer en fuerza y ​​sabiduría; incluso superó a Labán en su propio juego. Así como el pragmatismo tenaz le había permitido a Isaac vencer a sus adversarios, el autocontrol mediante la paciencia le había permitido a Jacob triunfar sobre sí mismo y alcanzar su verdadero potencial.
Rekhavi, Meir (s/f). Parashat Vaietzé. Karaite Jews of America. https://www.karaites.org/vayyetze.html